martes, 2 de febrero de 2021

Galdós, un centenario con perspectiva / Jesús Ramos García

Galdós, un centenario con perspectiva

Jesús Ramos García

Celebramos, aún, el centenario de la muerte (4 de enero de 1920) de   Benito María de los Dolores Pérez Galdós, quien iluminó, con su vida y su obra, el siglo XIX. Algo bueno habíamos de celebrar este incómodo y fatídico año.  Mi asentamiento en Monleras me condujo, de la mano de MESTAS y su Círculo de Lectores,  a este creador universal, para no pocos especialistas el más grande escritor en lengua castellana después de Cervantes.

Lamento reconocer, pues la memoria en torno a los tiempos tiernos disfruta, si no está contaminada, de los privilegios de la naturaleza,  que  las referencias  a este artista de las palabras, en mi  tiempo como educando,  brillaron por su ausencia  y fue de la mano de una francesita, Danielle Guillou Gardelle (vaya mi homenaje a ella)  quien me trasmitió su  admiración por Galdós, predio necesario en la Facultad  de  Español de la Universidad de Bordeaux para aspirar, y conseguir,  su licenciatura en Filología Hispánica el año 1978. Era fácil deducir que en aquellas latitudes Galdós era considerado un “fuera de serie” (1).

Aún con ciertas brusquedades formales, propias de un neófito novelista de hace 150 años, que solo se había ejercitado como cronista de  prensa y dramaturgo primerizo, encontramos placentera, e instructiva  en extremo, su primera novela “La Fontana de Oro” (en adelante F.O.) producida a sus 27 años (2). En ella  Galdós pone al descubierto (3),  con énfasis y entusiasmo, su ideario político y su dominio inusual de los recursos literarios,  a la vez que nos sorprende  con su potencial de retratista del alma humana y social en los escenarios del trienio liberal (1820/23) en el  Madrid de hace exactamente ahora dos centurias. Doble centenario, pues. Esta  “ópera prima”, antesala de los “Episodios Nacionales” (4)   inmortaliza  al más famoso de los clubs al servicio de las ideas liberales. Tras su lectura, me asomo a su obra con razonable inseguridad.  F.O. representa el brocal del pozo profundo  de Galdós, quien nos regala en sus exquisitas  creaciones y verbalizaciones, agua limpia y potable esta,  una inicial visión, a modo de preámbulo de su obra,  del panorama  de las pasiones humanas  y políticas. 

F.O. es un “cuento”, muy bien traído a cuento por cierto, en razón de la atmósfera política (5) que lo encuadra.   Fabulación, sí, pero muy pegada a hechos y personajes históricos. En F.O.  Galdós nos enseña,  mediante el juego/pasión de su literatura, las cartas  que prologan  ya las grandes dicotomías de su obra en torno al fenómeno humano y social, excelsamente desarrolladas en el último cuarto del siglo XIX: Doña Perfecta, Marianela,  Tormento,  Fortunata y Jacinta, El Abuelo, Misericordia,  y otras menos conocidas, entre tantas,  pero  importantes también como “La familia de León Roch”,  “La desheredada” y “Angel Guerra”.

¿Por qué escribe esta primera novela? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Cuáles  sus recursos: sus medios, sus trucos  o subterfugios literarios?  Intentaré presentar F.O. como portal de las siguientes, al objeto de que los lectores de los aficionados a la lectura  se sientan estimulados a disfrutar de esta, y otras obras, y puedan considerar si mis precipitadas impresiones, aquí sintetizadas y no  suficientemente contrastadas en sus fuentes originales,   son más o menos acertadas.

La razón de su publicación la expresa el autor en el prólogo. Tras “La Gloriosa”  revolución del 19 al 27 de septiembre de 1868 (6), se siente impelido a añadir las últimas páginas  al cuerpo principal de la novela que ya tenía escrita, años antes, bajo los influjos de sus experiencias estudiantiles vivenciadas por el joven Galdós con ocasión de los motines en los que se vio envuelto (7). Con F.O. Galdós irrumpe, en pleno “sexenio democrático”, en defensa de sus ideas políticas,  preconizadas en la Constitución de Cádiz y tan convulsivamente amenazadas  a lo largo del siglo XIX.

Sus objetivos son evidentes:  plasmar y adelantar  su visión superadora de  España, “siempre viva y siempre noble” para Galdós (8), sometida a  las constantes  contradicciones   entre las dos concepciones dominantes y encontradas: la visión  teocrática que justifica  el absolutismo de la realeza  frente a la visión humana de la “res pública”, cuya fuerza reside en el poder de la colectividad, “el pueblo” en sus términos precisos,  del que emana la  libertad de los españoles.  Esta visión la ejercita Galdós con su misión como militante político (9). Visión y misión, cuyos valores  son profusa y coherentemente reflejados  en F.O.

¿Sus medios?   Creación de personajes y  escenarios, así como   recursos literarios (imágenes, alegorías),  seleccionados para conseguir el fin pretendido.  La vida del Galdós, que  alterna entre escritor (10) y  político (11)  va a combinar y proyectar su visión humanista primero en sus grandes  creaciones, luego en su servicio público en las instituciones como Diputado electo y Académico de la R.A.E.  F.O. es la ventana que nos permite mirar y acceder  al  “sancta sanctorum” de Galdós. En F.O., de la que partimos,  está ya plasmado el ideario a cuyo servicio puso mente y corazón, visión, misión y valores. 

Fines y medios, objetivos y recursos,  se articulan y entrelazan en F.O.  al servicio de  su principal tesis: el triunfo del liberalismo en una España, instalada en un absolutismo, rancio y caduco para Galdós,  vendrá de la asociación de las juventudes cultas e inquietas del agro con las juventudes con poder en los círculos capitalinos.  Lorenzo y Claudio (personajes reales en la historia) salvan a la huérfana Clara (imagen de España) superando sus diferencias y luchando con nobleza y afán, por la misma causa: la del liberalismo.  Los dos personajes, de alto rango militar Claudio (12) , de humildes raíces  en el campo aragonés, Lorenzo, aman y se disputan el territorio de Clara. Lo que, en un enfoque romántico, pareciera encaminado a destruirse en pos de la dama amada, resulta (realismo idealizado intencionalmente) un acuerdo, primero tácito y contradictorio, luego expreso, en el que todo conduce a que se reconozcan en su dignidad,  aúnen sus fuerzas y,  debido a sus cualidades de seres honestos, ilusionados en el futuro y luchadores por la libertad, consigan, unidos en el plan,  liberar la dama de las presiones sociales que la han sepultado en su juventud.  Mostrar esta salida a la difícil situación política, consonante con su ideario liberal de juventud, es la intención del autor, quien se identifica inicialmente con Claudio, fuente real de su inspiración, y , a la par, con  la pasión política de Lorenzo en el extraño  trascurso de sus avatares.  Que la salvación de España vendrá de manos de la juventud, que empuja los remos de la historia, se escenifica en la creación de  una figura central, antítesis de las anteriores: Elías,   tío de Lorenzo y servidor en las cloacas  del Rey felón, Fernando VII.  La nobleza de miras y estrategias de Claudio y Lorenzo  se articulan como los dos hojas, armónicas y afiladas,  de la tijera que va a liberar a  Clara,  no sin dificultad, frente a las oscuras maquinaciones  de personajes que la esclavizan en vida:   Elías, quien se ha hecho cargo de ella primero  y sus devotas “amigas” después. Elías va a fracasar en sus intentos ocultos al servicio   de la realeza  con el objetivo de dividir a los liberales, facilitando disturbios y motines, así como fracasa en la opresión de Clara, a pesar de haberse hecho cargo de ella,  entregándola en manos de mujeres detestables, “las tres ruinas”,    de cuyas garras Clara (España) se libera al fin,  a la vez  que  estas dejan al descubierto su verdadera cara tejida de miserias. F.O. es, en su esencia,  una alegoría total.

Conseguir los fines para Galdós, conlleva combatir  el principal obstáculo a los progresos del liberalismo: la influencia de las creencias religiosas dominantes en cuya atmósfera se mueve, tradicional y oficialmente,  la ciudadanía sin tener conciencia del significado y sus implicaciones y consecuencias. Despliega,  así,  su creatividad y  se centra en la descripción de las miserias humanas y bajeza moral, personificadas en  las “tres ruinas” Paz, Salomé y Paulita, “la santa”, personajes descendientes de una aristocracia, venida  muy a menos, a quienes retrata, mejor “caricaturiza”  - lo hace con notable animosidad y todo tipo de pormenores, sosteniéndose en el paraguas raído de su religiosidad anquilosada e improductiva- más en su vertiente psíquica que en su perfil físico, que también en ello abunda y brilla -diríamos que disfruta- nuestro autor.  Complementa la galería de retratos que animan sus historias con alusión detenida al abate Gil Carrascosa, clérigo que se pasa la vida urdiendo intereses en los intersticios de las clases “pudientes”, y alusión pasajera a otros clérigos, a quienes desenmascara y desprestigia, asociándoles al “olor a carnero “ (Entrambasaguas) y “al olor a jovencita”, clérigo sin nombre, genérico pues,  que parece querer ayudar a la salvación de Clara en su prolongado “viacrucis” nocturno por Madrid,  mientras que sus ojitos vivos  delatan  su engaño.  Se hace patente el anticlericalismo de Galdós, elemento presente en otros escritores liberales (13). Y redondea F.O.  con el espectáculo del pueblo llano, inculto -castellano mal hablado reflejado en sus expresiones- fácilmente manipulable y  muy agresivo en algunos  de sus elementos,  hilo necesario para la trama, formando junto a los jóvenes, más o menos exaltados que predican en los clubs -ahí renace Lorenzo-,  un tándem  que conforma la segunda pata de banco sobre la que  se alza la comedia humano-política de Galdós.

Junto a los personajes principales,  los escenarios  son tratados profusamente  con todo lujo de detalles.  Lo mismo el principal club al servicio del liberalismo (14), cuyo nombre  da título a la novela, como el  convento donde Clara, huérfana,  recibe sus influencias maléficas  (nuevo paralelismo antirreligioso), como los escenarios de las tabernas, casas  y tugurios en que viven sus  personajes, como el de una procesión. Los escenarios perfilan  a sus moradores y estos justifican sus escenarios. El  más intrigante y simbólico,  el Madrid lúgubre de hace doscientos años, lleno de peligros humanos -seres en mayor o menor descomposición-  que atraviesa Clara de noche,   camino de la calle del Humilladero, ubicada en las afueras de la capital, cual última estación del viacrucis. Es este un pasaje tan bien escenificado que ahorraría muchos esfuerzos  de rodaje al director que llevó F.O. al cine (15).  El miedo intenso y los continuos sobresaltos de Clara en su travesía nocturna a manos de criaturas míseras que salen de su guarida en las sombras de la noche, reflejan el “viacrucis”  de España.  En suma: quien quiera tener una imagen bastante rigurosa del laberinto que es el Madrid de principios del siglo XIX, halla en Galdós el mejor retratista de la fauna humana en pleno espectáculo, incluidas sus costumbres,   sus prejuicios y motivaciones,  sus tretas  para vivir y    las maquinaciones al uso.  

Como detalles menores en sí mismos, pero mayores en su conjunto, nos ofrece Galdós una imagen de la distribución profesional, con sus jerarquías,  sus funciones, sus poderes, esto es, de las formas como los ciudadanos ajustan su vida a los envolventes económicos y sociales. Hasta las costureras que cosen para la jerarquía eclesiástica, por apuntar un detalle,  menosprecian a las que cosen sotanas  raídas del clero bajo, que, con suerte para estas, sobreabunda en el primer tercio del  siglo XIX.

En cuanto a la composición narrativa, encontramos desigualdad en  intensidades, ritmos de narración y adornos literarios entre  el relato novelesco/histórico y las páginas añadidas al servicio de su tesis, derivadas de su estado de ánimo intencional. Extrañan igualmente las   pretensiones o intenciones  facilitadoras sobre la evolución de la trama, bruscas hoy en día,  intercaladas con cierta frecuencia  con la recta intención de orientar  o estimular al lector, fenómeno este  que atribuimos a las formas narrativas dominantes en la novela en aquel momento.  Por lo demás, el estilo es brillante, el lenguaje preciso y  extremadamente rico, lleno de imágenes,  habiendo tenido que consultar con frecuencia el significado de más de medio centenar de vocablos,  algunos hoy en desuso.  Por cierto, nos ha llamado la atención  la adicción del autor  a utilizar trilogía de adjetivos con cierta consistencia. ¿Será obcecado con el “Omne trinum est perfectum” latino, o con la interiorización del Dios/Trinidad que bebió en las aguas del  Colegio Religioso  en el que se educó  entre los 9 y 19 años, llegando a cursar, en el marco del selecto programa  de Humanidades de un centro educativo para la  élite, tres estadios de “Doctrina moral cristiana”?  Pareciera que Galdós trasvase, consciente o inconscientemente,  a la dignidad humana, aún en sus continentes menos dignos,   la consideración trinitaria  de la concepción del Dios cristiano, tema este, como otros plasmados en F.O,  a profundizar con más calma, apoyados en las huellas de su pensamiento. Y con esto, hemos pasado a otra incógnita: ¿Cómo son posibles en F.O., alusiones teológicas tan profundas y bien traídas,  asociadas, no solo pero incisivamente, al personaje de Paulita, “la Santa”,  propios de la cultura católica especializada? ¿Dónde fundamentó su formación si, cuando llegó a Madrid, como él mismo testimonia (16)  se distinguió  por sus frecuentes novillos, se escapa de las cátedras,  y gandulea por las calles, plazas y callejuelas gozando en observar la vida bulliciosa  de esta ingente y abigarrada capital”?  Era de suponer que forjó su personalidad y cultivó las artes  y las letras (17)  en un marco de  ideas progresistas, disciplina exquisita, cultivo de la responsabilidad,  apertura a disposiciones  críticas  y tolerantes, contando con  profesorado de calidad y multicultural en un ambiente cercano a lo ideal.  Presentíamos  que  esto había ocurrido así,  antes de contrastarlo (18).  Ningún campo de patatas da trufas.

Solicitando disculpas por la extensión de este artículo -nunca fue fácil sintetizar la grandeza en tan escaso tiempo- concluímos. Personajes como Galdós están a la base de los intentos de  trasformación de España en el siglo XIX,  precursores de los avances, con sus paréntesis, en el siglo XX, y   todavía con su rescoldo en 2020.   Galdós terminó abrazando   el socialismo del P.S.O.E.  en su época y contexto. Las razones,  los valores que nacen de su visión de las cosas, y fructifican en su misión, como escritor y político, están bosquejados en  La “Fontana de Oro”:  España necesita liberarse de muchas trabas asociadas a la dependencia cultural  de la religión católica, que, durante varios siglos  conformó un cuerpo unitario con el poder político, en consonancia con la concepción teocrática de la soberanía.  Galdós bien puede ser considerado  un agente de fondo, de cierta resonancia, en la hoy llamada “secularización” de la sociedad,  en vías, aún, de conseguirse plenamente para equilibrio y bienestar, moral y espiritual, de los españoles.  ¿Está todo esto tan lejos de la bipolarización que en  España se  sufre  todavía en estos momentos o tiene  algo, o bastante,   que ver?

¿Es posible trasvasar a nuestros días, valoradas las distancias de los marcos  y condicionamientos históricos,  las aportaciones constructivas de Galdós que cercena el dominio de cualquier esfera de poder que no sirva al desarrollo conjunto de las personas, base de la democracia?  ¿Dónde y cuándo vamos a poner el norte? Animo a pensarlo. Animo a conocer a Galdós  y disfrutar de sus obras. Ese será el homenaje de Monleras.

 

(1)    ) Adquirida en la Librairie espagnole “Andrés” (43, Cours de L´Iser)  de Bordeaux, me topo en casa  con “La Fontana de Oro”  la primera novela de Galdós (Alianza editorial, 1973)  puerta de entrada a las esencias de Galdós.

(2)     “La fontana de oro”, que fue financiada  por su cuñada Magdalena, cubana,  fue llevada a imprenta y publicada en 1870 (tuvo nueve hermanos mayores).

(3)    Sabido es que la primera novela de un autor suele reflejar rasgos autobiográficos. Aquí también hay rasgos evidentes de ello, a pesar de no ser proclive a mostrarse.

(4)    “7 de julio” (de 1822)   es el  quinto “episodio nacional”,  asociado a F.O.y  publicado cuatro años más tarde. Ilustra el  levantamiento de los generales Riego y Ballesteros, conmemorando el triunfo popular y constitucional.

(5)    Derivada del contexto social  turbio en la vida española bajo influencia de la Ilustración, y la promulgación de la primera Constitución -de Cádiz- el 19/3/ 1812.

(6)    Esta insurrección militar, con apoyo de algunos civiles, fue la sacudida social más importante del siglo XIX pues condujo a la experiencia del denominado “sexenio democrático” (1.868/74)  tras la destitución y exilio de Isabel II. Este levantamiento, liderado por el Partido Progresista, fracasó tras las el bienio monárquico  (Amadeo de Saboya) y la denostada  Primera República (1.873/74).

(7)    Escandaloso motín de la Noche de S. Daniel del 10 de abril del 1.865 y la sublevación de los Sargentos del Cuartel S. Gil el 22 de junio del 1.866.

(8)    En versos de Cernuda sobre Galdós. De la España que mereció de Galdós, como cirujano de la política, la  siguiente sentencia: “no he conocido  a ningún político que no estropeara la palabra *patriotismo*“

(9)    Galdós militó sucesivamente en el Partido Liberal, el Partido Progresista de Sagasta y, al fin, en el Partido Socialista de la mano de su fundador, Pablo Iglesias.

(10) Extensa producción literaria entre 1870 y 1918: se citan más de cien novelas publicadas, de las que 46 corresponden a los Episodios Nacionales.

(11) 13 años como Diputado, de los que cuatro, entre 1886/90,  por la Guayana;  siete  por Madrid (1907/14) y dos por Las Palmas (1914/16).  Desde 1887 académico de la R.A.E.

(12) Homenaje implícito. Es hijo , hermano y sobrino de militares de alta graduación.

(13)  Va más lejos, aunque más brusco,  Narciso Arestegui, también de ideas liberales y con fuertes inquietudes sociales, en la primera novela peruana en español “El Padre Horán”,  subtitulada  “Escenas de la vida del Cuzco”, escrita en 1848 , y publicada por fascículos,  para desacreditar al confesor de  la joven  “Angélica”,  de quien se enamora y termina asesinando.

(14)Ahora un bar irlandés de cervezas, copas y música en directo, decorado con cuadros de políticos del siglo XIX, situado en la calle de la Victoria , 1.

(15)La Fontana de Oro fue llevada al cine  en 1973. Producción de T.V.E.  Guión, dirección y realización, Jesús Fernández Santos.

De las 25 adaptaciones al cine  de obras de Galdós, esta fue la primera producida en España, tras 33 años de  silencio.  Méjico, con ocho adaptaciones de obras de Galdós y España, con  cuatro adaptaciones al cine, hasta 1940, y cinco tras 1973, son los países que más producciones han efectuado. El Abuelo y  Marianela dieron pie a incursiones argentinas  y Tormento en Venezuela. En dos ocasiones adaptaciones de Galdós han sido reconocidos con el óscar a la mejor película de habla no inglesa: Berlanga con Tristana en el año 1.969 y El Abuelo con Garci en el año 1.998. Marianela, en 1940  y La Fontana de Oro, en 1973,  dibujan los paréntesis que abren  la dictadura del General Franco y anuncian, aún en vida,  el final de su tiempo.

(16)  En “Memorias de un desmemoriado” (1912)

(17)  Obtuvo el bachillerado de Artes  en el Instituto Provincial de Canarias, al que estaba adscrito el Colegio religioso  de S. Agustín, de Las Palmas, en el que cursó sus estudios. Presentó el examen (“mixto” llamábamos todavía hace cincuenta años)  el 3 y 4 de septiembre de 1862. Recogió el título, sin firmar, precisa Arencibia (ver nota siguiente)  en 1866.

(18)Desde los nueve años,  y durante los diez siguientes,  se educa en el Colegio religioso S. Agustín, con prácticas pedagógicas “abiertas” (Pedagogía progresista), en consonancia con las teorías darwinianas y  en lucha por asumir las teorías krausistas que intentan superar la dicotomía “Teismo/Panteísmo” (Institución Libre de Enseñanza de Giner de los Ríos). Yolanda Arencibia, catedrática emérita de Literatura en la Universidad de las Palmas y   Vicepresidenta de la Asociación Profesional de Galdosistas publica “Galdós, una biografía” 16 de julio 2020 (Tusquets),  XXXII premio  Comillas 2020.

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